Esta es su
literalidad:
“Queridas vecinas y
vecinos, autoridades, representantes y amigos:
Comparezco de nuevo
como presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer en la provincia de
Ourense para insistir en un asunto que, lejos de ser una simple cuestión de
transporte, se ha convertido en un problema sanitario y humano de primer orden:
la supresión de paradas de tren en A Gudiña.
No hablamos de
estadísticas, hablamos de personas. Quiero poner nombre y rostro a esta
situación: Daniel Óscar Santamaría, un paciente residente en Verín, que desde
hace meses viaja a Madrid para recibir tratamiento contra un sarcoma en el
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Hasta el pasado 9 de junio podía
tomar un tren en A Gudiña, acudir a su sesión de quimioterapia y regresar en el
mismo día. Pero con la supresión de esas paradas, esa posibilidad desapareció.
Hoy, Daniel y su
esposa Cristina se ven obligados a pasar la noche en Madrid, asumir costes
adicionales y soportar la incertidumbre de conseguir alojamiento. Todo ello en
medio de un tratamiento que ya de por sí es duro y agotador. Como bien dice
Cristina: «Estamos hablando de una persona enferma». Este caso no es aislado:
representa a muchos pacientes que, en zonas rurales como la nuestra, dependen
del tren como única vía segura y asequible para acceder a sus tratamientos.
A esto se suma otra
realidad que hemos vivido recientemente: los incendios que arrasaron nuestra
provincia. Es cierto que durante los días más graves el tren también quedó
interrumpido. Pero esa experiencia debe servirnos de lección: cuando los
pueblos quedan aislados y las carreteras dañadas, el ferrocarril es un recurso
estratégico para la recuperación. Mantener y reforzar paradas como la de A
Gudiña significa dotarnos de una herramienta de prevención y resiliencia, capaz
de garantizar movilidad, asistencia y cohesión territorial en momentos
críticos.
En este contexto,
estamos escuchando que la alta velocidad se concibe sobre todo como un medio de
competir con el avión o con el automóvil. Pero creemos firmemente que el tren
no puede reducirse únicamente a esa visión. Debe entenderse también como una
inversión de interés público, porque su verdadero valor no está en lo que
recauda hoy, sino en lo que construye para mañana: igualdad, cohesión
territorial, oportunidades y vida digna para miles de personas.
Yo me pregunto: ¿y
si dentro de unos años, precisamente gracias a estas paradas estratégicas en
zonas rurales, conseguimos que sean estos territorios los que actúen como polos
de atracción, equilibrando el país frente a la presión de las grandes
capitales? Todas las decisiones actuales parecen hechas para favorecer a los
grandes núcleos de población, pero la alta velocidad cambia las reglas del
juego: en apenas unos minutos, lo que hoy es periferia puede convertirse en
centro, y lo que hoy es dependencia puede convertirse en motor. Si eliminamos
estas oportunidades ahora, estamos condicionando un futuro inmediato que podría
ser mucho más justo y equilibrado.
Por todo ello,
desde la Asociación Española Contra el Cáncer en Ourense no pedimos un
privilegio, exigimos equidad y justicia. Exigimos que se devuelva a A Gudiña lo
que nunca debió perder: una conexión ferroviaria que es mucho más que un
servicio de transporte. Es una arteria vital para los pacientes oncológicos,
para las familias rurales y para la dignidad de nuestra provincia.
Apelo, por tanto, a
las administraciones competentes, a Renfe, a Adif y al Gobierno: aún están a
tiempo de rectificar. Porque rectificar no es un signo de debilidad, es un acto
de responsabilidad y humanidad.
Ourense merece
dignidad. Nuestros pacientes merecen dignidad. Y la dignidad no se negocia: se
garantiza. Muchas gracias.”