ESPAÑA
En la nota de país ofrece una visión general
de la situación del mercado laboral en España basada en los datos de
Perspectivas de Empleo 2025 de la OCDE. Esta edición se centra especialmente en
cómo el envejecimiento de la población y de la mano de obra afectará al mercado
laboral y a los puestos de trabajo de los trabajadores. Dice así:
"Los mercados laborales siguen resistiendo
pero muestran los primeros signos de desaceleración
El mercado laboral español siguió mejorando
en 2025, pero el desempleo sigue siendo un reto importante. La tasa de empleo
de las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 64 años alcanzó un
máximo histórico del 66,5% en el primer trimestre de 2025. Esto redujo la
diferencia con la media de la OCDE a sólo 3,8 puntos porcentuales, frente a los
casi 10 puntos que se registraban tras la crisis financiera mundial. En
contraste con la mayoría de las otras grandes economías de la OCDE, el
desempleo continuó su tendencia a la baja en 2025, situándose en el 10,8% en
mayo (véase el gráfico siguiente). A pesar de este progreso, España sigue
teniendo la tasa de desempleo más alta de la OCDE, más del doble de la media.
Se prevé que el PIB español siga creciendo,
aunque a un ritmo más moderado que en los últimos años. Tras un fuerte
crecimiento del 3,4% en 2024, se prevé que la economía crezca un 2,4% en 2025 y
un 1,9% en 2026, lo que refleja, en parte, el aumento de las tensiones
comerciales. A pesar de ello, la sólida demanda interna debería seguir
mejorando las condiciones del mercado laboral, y se prevé que el desempleo siga
disminuyendo hasta el 10,7% a finales de 2025 y el 10,1% en 2026.
Desde noviembre de
2024, España concede a los trabajadores hasta cuatro días de permiso retribuido
cuando las autoridades impongan restricciones de movilidad relacionadas con el
clima o cuando fenómenos meteorológicos extremos hagan inseguros los desplazamientos,
siempre que el trabajo no pueda realizarse a distancia. Los empresarios están
obligados a cubrir el coste de este «permiso climático». Aunque esto sitúa a
España entre los países líderes en la protección de los trabajadores frente a
las perturbaciones relacionadas con el clima, también impone costes adicionales
a las empresas, que a menudo se ven afectadas por las mismas perturbaciones
meteorológicas extremas.
Los salarios reales
crecen, pero aún hay margen para ponerse al día
Los salarios reales
crecen en prácticamente todos los países de la OCDE, pero en la mitad de ellos
siguen por debajo de los niveles de principios de 2021, justo antes del repunte
de la inflación que siguió a la pandemia.
A pesar del notable
descenso del desempleo en los últimos años, el crecimiento salarial en España
no ha seguido el ritmo de la inflación. Aunque los salarios nominales por hora
aumentaron considerablemente en 2023 y 2024, los salarios reales en el primer
trimestre de 2025 se mantuvieron un 4,2% por debajo de su nivel del primer
trimestre de 2021. Esto sitúa a España en línea con la evolución salarial de la
Eurozona, pero por detrás de la mayoría de las grandes economías. Entre las
mayores economías de la OCDE, sólo Australia e Italia experimentaron un
descenso de los salarios reales más pronunciado que España durante el mismo
periodo.
Como en la mayoría
de los países de la OCDE, los salarios más bajos en España han estado
relativamente bien protegidos de la oleada inflacionista post-pandémica. En
abril de 2025, el salario mínimo español había aumentado un 3,1% en términos
reales en comparación con enero de 2021. Este crecimiento es inferior a la
media de la OCDE del 7,9% en el mismo periodo. No obstante, en términos netos,
el salario mínimo español sigue siendo superior al 60% del salario medio. El
Gobierno fija anualmente el salario mínimo legal en España tras consultar a los
sindicatos y las asociaciones empresariales, aunque estas consultas no son
vinculantes.
Contrarrestar los efectos del envejecimiento sobre el crecimiento
En todo el mundo,
la gente vive más tiempo y con mejor salud que nunca. Este notable logro ha ido
acompañado de un descenso de la fertilidad, lo que ha provocado importantes
cambios demográficos. El número de personas mayores por cada persona en edad de
trabajar aumentará un 67% de aquí a 2060 en el conjunto de la OCDE. La
proporción de personas empleadas en la población disminuirá a menos que cambien
las políticas, lo que ralentizará el crecimiento anual del PIB per cápita en
0,4 puntos porcentuales.
Para 2060, las
proyecciones de referencia sugieren que la población española en edad de
trabajar se reducirá un 30%, y su ratio empleo-población sufrirá el descenso
más pronunciado de la OCDE, con una caída de 10,3 puntos, frente a la media de
la OCDE de 2 puntos porcentuales (véase el gráfico siguiente). Este fuerte
descenso se explica en parte por la menor tasa de fecundidad y la mayor
esperanza de vida del país en comparación con la mayoría de los países de la
OCDE. Como consecuencia, el número de personas mayores dependientes por cada
persona en edad de trabajar aumentará bruscamente de 0,34 en 2023 a 0,75 en
2060.
Este cambio
demográfico tendría importantes consecuencias potenciales para el crecimiento
económico en España. Si el crecimiento de la productividad se mantiene en línea
con la media de 2006-19, el PIB per cápita aumentaría sólo un 0,13% anual de
aquí a 2060, por debajo de la media del 0,53% registrada entre 2006 y 2019.
Sin embargo,
movilizando los recursos laborales desaprovechados - cerrando la brecha de
género en el empleo en al menos dos tercios, activando a los trabajadores sanos
de más edad y promoviendo la migración regular - España podría impulsar el
crecimiento anual del PIB per cápita hasta alrededor del 0,73%, superando su
tendencia histórica reciente. Para igualar el crecimiento del PIB per cápita
del 0,9% previsto en toda la OCDE si se movilizaran recursos similares, España
necesitaría mayores ganancias de productividad.
Los baby boomers
han disfrutado de un crecimiento de los ingresos significativamente mayor que
las cohortes más jóvenes en las últimas tres décadas. A menos que encontremos
una forma de aumentar los ingresos de las cohortes más jóvenes, la desigualdad
intergeneracional irá en aumento.
En España, las
personas mayores en edad de trabajar (55-64) han experimentado un crecimiento
de la renta más rápido que los jóvenes en edad de trabajar (25-34). En 1995, la
renta familiar disponible equivalente de los adultos más jóvenes era un 1,3%
superior a la del grupo de más edad. Esta tendencia se invirtió en la década de
2000 y, en 2022, las personas mayores en edad de trabajar tenían unos ingresos
un 5,6% superiores a los del grupo más joven.
Además, los
Millennials españoles -los nacidos después de la década de 1980- han
experimentado un crecimiento limitado de los ingresos a lo largo de su vida
adulta, en parte debido al estancamiento del crecimiento de la productividad
laboral en las últimas décadas y al impacto duradero de la Crisis Financiera
Mundial.
Las generaciones
más jóvenes se enfrentarán a los retos económicos y sociales derivados del
envejecimiento de la población. Por lo tanto, ampliar la vida laboral en España
no sólo ayudaría a desbloquear recursos laborales adicionales para apoyar el
crecimiento económico, sino que también aliviaría la carga de los jóvenes, que
ya están experimentando un estancamiento de sus ingresos.
Las
capacidades de tratamiento de la información y los índices de formación son más
bajos entre los trabajadores de más edad
La naturaleza del
trabajo está cambiando, lo que ofrece a los trabajadores de más edad la oportunidad
de seguir siendo productivos durante más tiempo, pero estas ventajas pueden
verse contrarrestadas por un descenso de las capacidades a medida que envejece
la población activa. Para hacer frente a esta situación, urge pasar del modelo
actual, en el que sólo un tercio de las personas de 55 a 65 años participa en
actividades de formación, a otro en el que se aprenda a lo largo de toda la
vida.
La participación en
la formación es baja en España, sobre todo entre los trabajadores de más edad.
Sólo el 29,3% de los trabajadores de 55 a 65 años participa en actividades de
formación no formal a lo largo del año, frente a una media del 34,9% en los 29
países de la OCDE (véase el gráfico siguiente). Además, la diferencia de
participación entre los trabajadores de más edad y los trabajadores en edad
productiva en España es la mayor entre las principales economías de la OCDE,
con casi 19 puntos porcentuales, muy por encima de la media de la OCDE de 14,7
puntos.
España ofrece
varios programas de formación para personas mayores desempleadas, pero cuenta
con relativamente pocas iniciativas dirigidas específicamente a promover la
formación de las personas mayores ya empleadas. Las empresas de todos los
tamaños pueden acceder a créditos -reducciones de las cotizaciones a la
Seguridad Social- para los programas de formación que coordinen, ya sean
impartidos internamente o por proveedores externos. En el marco de este plan,
los trabajadores mayores de 45 años se consideran un grupo prioritario, y las
grandes empresas deben garantizar que su participación refleje su proporción en
la mano de obra. Además, los trabajadores mayores de 45 años suelen tener
acceso prioritario a los cursos de formación financiados con fondos públicos
para trabajadores por cuenta ajena, ofrecidos a través del Servicio Público de
Empleo Estatal (SEPE)."