Como cada 1 de mayo, los españoles descansamos el Día del Trabajador,
una celebración que tiene en el centro a todos los hombres y mujeres de nuestro
país que lo sacan adelante con honradez, esfuerzo y dedicación. Desde el Partido
Popular queremos acordarnos hoy de todos ellos. También de quienes buscan
trabajo sin encontrarlo, y de quienes temen perderlo.
Lamentablemente, y a pesar de
que todos y cada uno de los puestos de trabajo que se crean son motivo de
celebración, España sigue liderando de forma sistemática en la Unión Europea
el paro, el paro femenino y el paro juvenil. Sin ir más lejos, los datos de
la Encuesta de Población Activa (EPA) conocidos esta misma semana reflejan
un mal arranque de 2025 en términos de empleo: España sufre el mayor aumento de
paro en un primer trimestre desde 2013.
Este panorama refleja la
disonancia evidente entre el relato del Gobierno y la realidad que viven
millones de españoles. Mientras desde La Moncloa se celebra la estadística,
muchos hogares viven con incertidumbre, salarios que no alcanzan y trayectorias
laborales marcadas por la inestabilidad. Esa es la verdadera cara del mercado
laboral de hoy. Una de cada cuatro personas en situación de paro en la zona
euro es española: ningún país con estos datos puede presumir de salud
económica.
Además, la destrucción de
empleo no es el único síntoma de atrofia de nuestro modelo laboral. La ausencia
de ambición en las políticas públicas de los últimos años está acercándose
peligrosamente el salario medio al salario mínimo, cronificando unos
sueldos bajos e insuficientes hasta un extremo preocupante: hoy has más
españoles que nunca recurriendo al pluriempleo para llegar a fin de mes.
Esto no es un escudo social, sino todo lo contrario. Trabajar hoy no asegura
llegar a fin de mes ni construir un proyecto vital. Y, sin embargo, a esta
realidad el Gobierno la llama progreso.
En el Partido Popular somos
conscientes de que el empleo es la mayor política social que existe,
pues es la puerta de entrada al desarrollo personal y profesional de las
personas, a su proyecto de vida y, en definitiva, a su prosperidad. Es por ello
por lo que, asegurar políticas públicas responsables que procuren un empleo
digno y de calidad no sólo es imperativo para el devenir económico de la
nación, sino para el bienestar de sus ciudadanos.
Tampoco hay protección social
posible si la fiscalidad castiga al esfuerzo. Desde 2018, el tipo efectivo del
IRPF ha subido más de un punto y medio, y la inflación ha erosionado los salarios
sin que el Gobierno haya actualizado los tramos. No deflactar el IRPF cuesta
a cada hogar una media de 736 euros al año. Eso no es equidad, es una carga
añadida para quienes sostienen el país con su trabajo.