Recibimos todos los días noticias sorprendentes, que cuesta mucho reconocer como ciertas, hasta que nos cercionamos y confirmamos su autenticidad.
Esto fue lo que me ocurrió ayer al conocer las declaraciones del Ministro de Consumo, Alberto Garzón al prestigioso periódico británico The Guardian, de que las granjas de España de gran tamaño "contaminan el suelo, el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados".
De un ministro de España se espera todo menos que vaya en contra de los intereses de nuestras empresas, pero lamentablemente este miembro del ejecutivo de Pedro Sánchez la tiene tomada con nuestro sector primario.
Leo hoy que en su cuenta de tweet, Garzón intenta matizar sus declaraciones, pero el mal está hecho.
No son de extrañar las reacciones de responsables políticos- entre ellos Pablo Casado - de asociaciones y de sindicatos, que han pedido rectificación de declaraciones y la dimisión de Garzón que está obligado a saber que España, como país miembro de la Unión Europea, está sujeto al cumplimiento de la legislación más estricta en materia de bienestar animal y que nuestro país dispone de controles suficientes para garantizarlo.
Además España
cuenta con uno de los mejores sistemas de seguridad alimentaria del mundo, y
los veterinarios son una pieza clave al trabajar cada día en la mejora de los
sistemas de vigilancia y control para asegurar que los consumidores tienen
acceso a alimentos seguros, como la carne que siguen estrictos controles.