viernes, 26 de octubre de 2012

Rematou o VIII Foro Iberoamericano


Tras a presentación das conclusións e a tradicional "foto de familia", concluíu o VIII Foro Parlamentario Iberoamericano co discurso do presidente do Senado Pío García Escudero quen dixo que procedía reafirmar os vínculos que nos unen sobre a base duns fortes acenos de identidade comúns e actualizalos coa vista posta nos grandes retos do presente, e nas oportunidades abertas para a construción dun futuro común de progreso.
 
Dixo que tras dúas xornadas de intenso traballo, había motivos suficientes para sentirnos moi satisfeitos cos resultados obtidos. 

E engadiu:

"Hace dos siglos, diputados que representaban a ciudadanos de ambos hemisferios, se congregaron, sorteando enormes dificultades, en esta ciudad asediada por un ejército invasor.

Su obra legislativa, culminada en la Constitución de 1812, plantó la semilla de unos principios cuyo vigor en la Comunidad Iberoamericana, pese a todas las dificultades afrontadas, es hoy mayor que nunca.

La soberanía nacional y el equilibrio de poderes; la libertad individual y la igualdad ante la ley; el reconocimiento y la protección de los derechos fundamentales de las personas: todos esos principios que empiezan a cobrar forma legal en Cádiz, siguen hoy plenamente vigentes.

Las ideas liberales, herederas de la Ilustración, cuya inspiración impulsa al constitucionalismo español, son las mismas que dan aliento a los textos constitucionales de Portugal y de las nacientes repúblicas iberoamericanas.

Pues son también estas ideas las que sirven de motor a los procesos de independencia de las distintas naciones de América Latina, que vamos a conmemorar a lo largo de esta década.

Por tanto, españoles, portugueses y latinoamericanos anduvimos paralelamente, desde las dos orillas del Atlántico, el tránsito desde el Antiguo Régimen hasta la modernidad liberal y democrática que está en la esencia de nuestras respectivas naciones.

Compartimos los mismos principios esenciales y también las mismas aspiraciones de progreso, de justicia y de libertad.

Y lo hacemos, además, sobre la firme base de unos estrechos vínculos históricos, culturales y lingüísticos.

Todo ello nos enriquece mutuamente y, sobre todo, nos proporciona unas oportunidades de futuro que no debemos desaprovechar.

Porque es mucho el beneficio potencial que nuestros pueblos pueden obtener de nuestras afinidades. Y es mucho también lo que la Comunidad Iberoamericana de Naciones, a partir de los lazos que nos unen, puede aportar al mundo globalizado que hoy se abre ante nosotros.

Los parlamentarios, todos aquellos a quienes nos cabe el honor y la responsabilidad de representar democráticamente a nuestros conciudadanos, somos legatarios de ese valioso patrimonio que los padres constituyentes de Cádiz se consagraron tan afanosamente a construir.

En los Parlamentos reside el alma de la democracia. Nuestra tarea es, por tanto, esencial, para su preservación y su perfeccionamiento.

Somos nosotros los principales garantes de que la política esté siempre concebida desde y para los ciudadanos. Los responsables de que las decisiones tomadas respondan al sentir mayoritario de la sociedad, pero sin desatención de las minorías; y que se orienten al exclusivo servicio del interés general.

Sustentándose la Comunidad Iberoamericana de Naciones sobre la base de los valores democráticos que son referencia común de nuestros pueblos, resulta indispensable la participación activa de los Parlamentos en su consolidación y desarrollo.

Avanzar en el refuerzo de los mecanismos de cooperación e inspirar las líneas prioritarias de actuación, para afianzar y proyectar el espacio común iberoamericano: tales son las razones de ser de este Foro Parlamentario Iberoamericano, que hoy culmina esta octava reunión, antesala de la próxima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno.

Pretendíamos que el espíritu de Cádiz, en este año del bicentenario, nos sirviera como estímulo e inspiración en nuestra tarea de intercambiar ideas y poner en común reflexiones sobre los grandes retos y oportunidades de nuestro tiempo.

Porque el mundo cambia: constantemente surgen nuevos problemas y nuevas prioridades. Necesariamente, por tanto, las respuestas también deben adaptarse con agilidad a las nuevas demandas. Sin embargo, los principios que las inspiran son esencialmente los mismos que forman parte, desde hace dos siglos, de nuestra común identidad histórica.

En la democracia seguimos encontrando la mejor palanca para el crecimiento económico y el progreso social; la más sólida garantía de nuestros derechos y libertades; el mejor antídoto frente a la arbitrariedad y la injusticia.

La democracia es la gran idea concebida al servicio de las personas, de su dignidad individual y de su convivencia armónica. La idea cuya fuerza siempre acaba por imponerse sobre aquellas otras que se empeñan, no en servir a los seres humanos, sino en servirse de ellos.

En los últimos años, la tendencia que más se ha impuesto en el espacio de la Comunidad Iberoamericana, ha sido la del afianzamiento y estabilidad de las normas y los procedimientos democráticos; la supremacía del Estado de Derecho; y la apertura económica al mundo globalizado.

En todos esos terrenos, se han registrado importantes avances que ahora debemos consolidar y mejorar. Porque, por mucho que hayamos hecho, siempre queda más por hacer; y porque cada paso que damos por el camino siempre nos abre nuevas perspectivas.

Sobre esas tareas pendientes, sobre esas nuevas perspectivas, hemos trabajado en común durante estos dos días.

Las conclusiones a las que hemos llegado y que deben servir como orientación en el futuro inmediato, han quedado recogidas en los documentos aprobados y en la declaración final de este Foro, que será elevada a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno.

Me gustaría subrayar especialmente el hecho de que, junto a autoridades de los tres poderes del Estado, las distintas mesas de trabajo hayan contado, también, con las valiosas aportaciones de representantes de instituciones académicas o de organizaciones no gubernamentales.

Lo destaco por lo que denota como compromiso con un objetivo fundamental, recogido en el último punto de la declaración, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario: la apertura del espacio iberoamericano de cooperación a la iniciativa de la sociedad civil, yendo mucho más allá de la parcela específicamente intergubernamental.

Porque los gobiernos pasan, pero las sociedades permanecen. Y, en definitiva, por encima de todo, son los vínculos humanos, forjados a lo largo de generaciones de historia y valores culturales compartidos, de constantes flujos migratorios, los que confieren a la Comunidad Iberoamericana su solidez y su potencia.

Y es esa misma prioridad asignada a la sociedad civil, la que debe llevarnos a volcar todos nuestros esfuerzos en la transparencia y buen gobierno de nuestras instituciones. O en saber aprovechar las posibilidades abiertas por las tecnologías de la información y de la comunicación, para facilitar el acceso y participación ciudadana en las políticas públicas.

Es también en la iniciativa privada en donde se encuentra la fuerza tractora del crecimiento económico.

Por eso es tan importante que los poderes públicos seamos capaces de remover obstáculos y dejar vía libre al espíritu emprendedor; a esas energías que fluyen desde la propia sociedad y cuya mejor expresión son los denodados esfuerzos de las pequeñas y medianas empresas por abrirse nuevos campos en el mundo.

Del mismo modo, la planificación estratégica de infraestructuras al servicio del desarrollo sostenible y la cohesión social; o la importancia capital que para la actividad económica y la generación de empleo, suponen la seguridad jurídica y la existencia de marcos regulatorios claros y fiables.

Tales cuestiones han sido también motivo de debate en este foro. Y, sin duda, serán objeto de un especial seguimiento en el futuro para evaluar los avances logrados.

Señoras y señores,

España, lo que somos y lo que aspiramos a ser, no puede entenderse sin Iberoamérica. Nuestro compromiso con la Comunidad Iberoamericana de Naciones es absoluto.

Somos conscientes de nuestra posición estratégica, junto con Portugal, como vínculo evidente entre América Latina y la Unión Europea.

Estamos plenamente convencidos de que la Comunidad Iberoamericana, en el futuro inmediato, va a ir adquiriendo un peso creciente en el mundo como factor de progreso, democracia y equilibrio internacional. Porque, sin duda, tenemos mucho que aportar.

Sin embargo, para proyectarnos en el mundo, es imprescindible que sigamos avanzando decididamente por el camino de la cooperación y el estrechamiento de nuestros vínculos internos. Debemos poner en común, solidariamente, nuestras aspiraciones de crecimiento económico, progreso social y fortalecimiento de los valores democráticos.

Para esa tarea, los anhelos y los sacrificios de muchas generaciones de nuestros antepasados comunes deben servirnos de ejemplo y estímulo.

Entre ellos, destacadamente, se encuentran los diputados que, hace ahora dos siglos, se congregaron en esta ciudad sin arredrarse ante las adversidades, para trabajar ¿según reza el preámbulo de la Constitución de 1812- por "el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el bien" de todos sus conciudadanos.

Como parlamentarios, renovar nuestro más firme compromiso con los valores que les inspiraron y trabajar día a día por hacerlos realidad, es sin duda el mejor homenaje que podemos rendir a su memoria.

Muchas gracias.”

Subscribo todas e cada unha das súas palabras e celebro ter a oportunidade de participar neste Foro que ademais me permitiu tomar contacto con parlamentarios de ambos os continentes e de comprobar cantos puntos en común temos e o moito camiño a percorrer xuntos.

Aproveito tamén para resaltar a hospitalidade da Alcaldesa de Cadiz, Teófila Martinez e a perfecta organización do Foro por parte do persoal ao servizo das Cortes Xerais.