viernes, 18 de abril de 2025

El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte que el aumento de las barreras al comercio asesta un golpe directo al crecimiento

 


Las Reuniones de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo Banco Mundial (GBM)  se celebran anualmente en Washington, DC.

Representan una oportunidad única para que directivos de bancos centrales, ministros, parlamentarios, ejecutivos del sector privado, representantes de la sociedad civil, líderes jóvenes, académicos y otros actores debatan sobre los desafíos más apremiantes que enfrenta el mundo en la actualidad y cómo se puede responder a ellos de la mejor manera para promover el crecimiento, la equidad y la prosperidad para todos.

En abril de 2023 tuve oportunidad de formar parte de la delegación de la Comisión de asuntos Económicos y Transformación Digital del Congreso de los Diputados para participar en el Foro Parlamentario Global con el que se iniciaron las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial de aquel año.

Dos años después, la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva abrió ayer las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial de 2025y pronunció un interesante discurso del que destaco estos párrafos:

Hace seis meses, en este mismo lugar, les hablé de crecimiento anémico y de deuda elevada, pero también de resiliencia, de países que sobrevivían a grandes shocks gracias a unos fundamentos sólidos y unas políticas ágiles.

Esa resiliencia se ve puesta a prueba de nuevo —por el reseteo del sistema internacional de comercio.

La volatilidad ha aumentado en los mercados financieros. Y la incertidumbre de la política comercial se ha salido del gráfico.” 

Primera parte: ¿cuál es el contexto?

Las tensiones comerciales son como una olla en la que el agua hervía desde hace tiempo y que ahora empieza a rebosar.

En gran medida, lo que está ocurriendo es el resultado de una pérdida de confianza: confianza en el sistema internacional y confianza entre los países.

La integración económica global ha sacado de la pobreza a millones de personas y ha mejorado la situación del mundo entero. Sin embargo, los beneficios no han llegado a todos. Muchas comunidades se vaciaron cuando el empleo se trasladó a otros países. Los salarios se mantuvieron contenidos como consecuencia de la creciente disponibilidad de mano de obra barata. Los precios subieron cuando las cadenas mundiales de suministro se interrumpieron. Muchos ciudadanos culpan al sistema económico internacional de las injusticias que perciben en su vida.

Las distorsiones del comercio —las barreras arancelarias y no arancelarias— han alimentado la percepción negativa de un sistema multilateral que se percibe como la razón por la cual no se han logrado condiciones equitativas para todos”.

“Este sentimiento de injusticia en algunos lugares alimenta cierto discurso: nosotros jugamos limpio, mientras que otros hacen trampas sin que se les castigue. Los desequilibrios comerciales avivan las tensiones comerciales.

Luego está la seguridad nacional. En un mundo multipolar, dónde se fabrican las cosas puede ser más importante que cuánto cuestan. La lógica de la seguridad nacional dicta que un amplio abanico de bienes estratégicos, desde los semiconductores hasta el acero, deben fabricarse en el país, y que esto es algo por lo que vale la pena pagar. La autosuficiencia vuelve a escena.

La suma de todas esas preocupaciones ha hecho que se desborde la olla, y nos ha dejado un mundo en el que la industria recibe más atención que el sector servicios; en el que los intereses nacionales priman sobre las cuestiones globales; y en el que unas medidas enérgicas desencadenan réplicas igual de firmes.”

Segunda parte: ¿cuáles son las consecuencias?

Respuesta breve: son considerables.

Empecemos por los aranceles. Teniendo en cuenta todos los incrementos recientes de los aranceles, las pausas, las escaladas y las exenciones, parece evidente que la tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos se ha elevado hasta niveles que no se habían visto en varias generaciones. Otros países han respondido.

Y luego están los efectos secundarios transfronterizos. Cuando los gigantes se enfrentan, los países pequeños se ven atrapados en el fuego cruzado. China, la Unión Europea y Estados Unidos —a pesar de tener una razón importaciones/PIB relativamente baja— son los tres mayores importadores del mundo. ¿Cuáles son las principales consecuencias? El tamaño importa: sus acciones afectan al resto del mundo”

¿Qué efectos tendrán estas tensiones? Permítanme que formule tres observaciones:

·         En primer lugar, la incertidumbre sale cara. La complejidad de las cadenas de suministro modernas implica que los insumos importados se destinan a una amplia gama de productos nacionales. El costo de un producto puede verse afectado por los aranceles en decenas de países. En un mundo de tasas arancelarias bilaterales, cada una de las cuales puede subir o bajar, la planificación se torna difícil. ¿Cuál es el resultado? Buques que navegan sin saber a qué puerto dirigirse; decisiones de inversión postergadas; volatilidad en los mercados financieros; aumento del ahorro precautorio. Cuanto más se prolongue la incertidumbre, mayor será el costo.

·         En segundo lugar, el aumento de las barreras al comercio asesta un golpe directo al crecimiento. Los aranceles, como cualquier otro impuesto, elevan los ingresos, pero a costa de reducir y desplazar la actividad. Además, los datos de anteriores episodios indican que las subidas de las tasas arancelarias no solo pasan factura a los socios comerciales. Parte de esa factura la pagan los importadores, que ven reducidos sus beneficios, y otra parte la soportan los consumidores a través de precios más altos. Al elevar el costo de los insumos importados, los aranceles tienen un efecto inmediato. Claro que si los mercados internos son de gran tamaño, los aranceles también crean incentivos para que las empresas extranjeras respondan invirtiendo directamente en el territorio, lo cual genera nueva actividad y nuevos empleos. Esto, sin embargo, lleva tiempo.

·         En tercer lugar, el proteccionismo mina la productividad a largo plazo, sobre todo en las economías más pequeñas. Proteger a las industrias de la competencia reduce los incentivos para la asignación eficiente de los recursos. Las mejoras de la productividad y la competitividad logradas en el pasado gracias al comercio se pierden. El espíritu empresarial da paso a peticiones de exenciones, protección y apoyo estatal, en detrimento de la innovación. Pero, una vez más, si los mercados internos son grandes y la competencia interna es vigorosa, es posible mitigar los efectos negativos.

En definitiva, el comercio es como el agua: cuando los países erigen obstáculos mediante barreras arancelarias y no arancelarias, el flujo encuentra otros cauces. Ciertos sectores de algunos países quizás se vean inundados por importaciones baratas; otros podrían experimentar escasez. El comercio sigue adelante, pero las perturbaciones conllevan costos.”

¿Qué pueden hacer los países?

“Mucho, muchísimo.

En primer lugar, todos los países tienen que redoblar sus esfuerzos para poner orden de puertas adentro. En un mundo de mayor incertidumbre y shocks frecuentes, no hay margen para postergar las reformas que permiten apuntalar la estabilidad económica y financiera y elevar el potencial de crecimiento.

Las economías afrontan estos nuevos retos desde posiciones de partida más débiles, ya que la carga de la deuda pública es mucho mayor que hace apenas unos años. Por lo tanto, la mayoría de los países deben tomar medidas fiscales firmes para recomponer el margen de maniobra para la aplicación de las políticas, con trayectorias graduales de ajuste que respeten los marcos fiscales. No obstante, es posible que algunos países sufran shocks que hagan necesario un nuevo apoyo fiscal; ese apoyo, en todo caso, debería ser focalizado y temporal.

Para proteger la estabilidad de precios, la política monetaria ha de seguir siendo ágil y creíble, y estar respaldada por un compromiso firme con la independencia de los bancos centrales. Estas entidades deben vigilar los datos muy de cerca, incluido el aumento de las expectativas de inflación en algunos casos.

En el ámbito de las finanzas, la regulación y supervisión rigurosas continúan siendo esenciales para velar por la seguridad de los bancos, y se deben vigilar y contener los crecientes riesgos provenientes de las entidades no bancarias.

Las economías de mercados emergentes deberían preservar la flexibilidad cambiaria para que sirva de amortiguador de los shocks. Las autoridades pueden recurrir al Marco Integrado de Políticas del FMI para determinar cómo y cuándo puede justificarse el uso de medidas temporales.

Las limitaciones presupuestarias más restrictivas obligarán a tomar decisiones difíciles en todas partes, pero sobre todo en los países de ingreso bajo. En esos países, la debilidad de los ingresos obligará a intensificar los esfuerzos para movilizar recursos internos, pero también hace que sea necesario el apoyo de los socios internacionales —tanto para mejorar la capacidad de ejecutar reformas como para lograr una asistencia financiera que es vital.

Los países con niveles insostenibles de deuda pública deberían actuar de manera proactiva para restablecer la sostenibilidad, en ciertos casos tomando la difícil decisión de buscar la reestructuración de la deuda. Me complace enormemente informarles que la Mesa Redonda Mundial sobre la Deuda Soberana publicará pronto un manual para las autoridades nacionales que se planteen reestructurar su deuda, con el fin de facilitar la adopción de decisiones.

Las disyuntivas de las políticas pueden ser menos complicadas si se eleva el crecimiento potencial. Como ilustra este gráfico, la economía de Estados Unidos ha logrado un sólido aumento de la productividad, mientras que otros países se han rezagado (gráfico 9). ¿Cómo pueden acortar distancias? Mediante reformas de gran alcance en ámbitos como la banca, los mercados de capital, la política de competencia, los derechos de propiedad intelectual y la preparación para el uso de la inteligencia artificial, todos los cuales pueden contribuir a un mayor crecimiento. En muchos casos, el Estado puede y debe hacer mucho más para reducir los obstáculos a la empresa y la innovación privadas —es decir, eliminar perjuicios autoinfligidos.

El FMI ayudará a los países a gestionar el ajuste macroeconómico y a impulsar las reformas. En la actualidad, 48 países recurren a nuestros mecanismos de apoyo a la balanza de pagos, entre ellos Argentina, donde las sólidas reformas orientadas al mercado cuentan ahora con el respaldo de nuestro programa más reciente y de mayor envergadura.

Como segunda prioridad de suma importancia, los países deben enfocar una vez más su atención en los desequilibrios macroeconómicos internos y externos.

El equilibrio interno entre el ahorro y la inversión es fundamental, y puede inclinarse más de la cuenta hacia un lado o el otro. Aquí lo ilustramos con una muestra de grandes países y bloques, que presenta las tasas de ahorro e inversión como porcentaje del PIB (gráfico 10). Los factores detrás de los desequilibrios incluyen los hábitos de ahorro nacionales, las distorsiones causadas por las políticas, el grado de apertura del mercado de capital, los regímenes cambiarios y factores demográficos, entre otros. Las políticas fiscales, monetarias, cambiarias y estructurales son herramientas clave. Siempre que sea necesario buscar un reequilibrio, el trabajo empieza de puertas adentro.”

https://www.imf.org/es/News/Articles/2025/04/17/sp041725-spring-meetings-2025-curtain-raiser

Abril 2023
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